El monopolio de Recope y la justificación del Presidente de la República
Natalia Díaz natdiaquin@gmail.com | Jueves 20 septiembre, 2018

El monopolio de Recope y la justificación del Presidente de la República
Con ocasión de la inauguración del nuevo puerto petrolero de Recope, todavía incompleto y cuya construcción tuvo cuatro años de atraso y un sobrecosto con respecto al presupuesto inicial, el Presidente de la República defendió una vez más el monopolio del Estado de los derivados de petróleo administrado por Recope.
El objetivo de este nuevo puerto es poder recibir barcos petroleros más grandes, dada la creciente demanda petrolera que tiene el país. Una obra de este tipo, por su naturaleza misma, tiene una vida útil de varias décadas.
Ante el creciente consumo petrolero del país, Recope ha venido ampliando todas sus instalaciones, incluyendo la capacidad de almacenamiento de derivados de petróleo en todos sus planteles, la red de poliductos a lo ancho del país y el puerto petrolero, por lo que contrario al discurso oficial, el país se prepara para mayores consumos de derivados de petróleo.
Los derivados de petróleo importados representan casi las dos terceras partes del consumo energético nacional y su precio en el país es mucho más elevado que en muchas de las naciones con las que competimos, por lo que existe una importante desventaja competitiva con respecto a estas y un golpe a la economía familiar de los habitantes del país.
Entre las razones que el Presidente señala para defender el monopolio de Recope es que, de acuerdo con él, “el mercado de hidrocarburos debe mantenerse como monopolio para que el Estado pueda controlar la transición hacia la descarbonización”.
Sin embargo, él no señala ninguna evidencia o estudio nacional o internacional que ratifique o pruebe que los monopolios son necesarios para realizar “la transición hacia la descarbonización”.
De hecho, la evidencia en el mundo demuestra lo contrario. Los países que más han avanzado en la descarbonización, tales como Noruega, Holanda y Suecia no tienen un monopolio de derivados de petróleo.
Adicionalmente, Noruega, el país que más ha avanzado en el mundo en este campo, no solamente no tiene un monopolio en este ámbito, sino que también es un gran productor y exportador de petróleo y de gas natural, con lo que demuestra que los recursos fiscales y no fiscales provenientes de esta actividad, y que financian la transición, son claves para avanzar en la descarbonización.
Este ejemplo destruye otro dogma que a menudo usa el Gobierno y que también está contenido en el proyecto de Ley de Combustibles (expediente N°20.641) convocado por el Gobierno de la República, que entre otras cosas busca: “la prohibición de exploración y explotación de petróleo y gas en el territorio nacional”, sin acreditar ningún estudio técnico, económico y financiero.
Otra evidencia que demuestra que la aseveración sobre el monopolio no se sostiene en la vida real es que el crecimiento del consumo de derivados de petróleo en el país ha venido aumentando aceleradamente, a pesar del monopolio de Recope. Los estudios muestran que este crecimiento ha sido más rápido que el crecimiento promedio mundial de petróleo y que el crecimiento de las energías renovables en el país.
Un artículo publicado por el periódico La Nación, con el título “Presidente ‘inaugura’ muelle petrolero incompleto: ‘No es un contrasentido con la descarbonización que queremos’”, señala que “El mandatario aseguró que no se trata de un contrasentido inaugurar una obra de $112 millones, en medio del impulso a la matriz energética limpia, pues aseguró de que se trata de una obra enmarcada en la transición, para hacer eficiente la labor de Recope”.
Defender el monopolio de Recope es obligarnos a consumir solo los combustibles caros importados y distribuidos a granel por Recope. Es también avalar años de altos costos, privilegios excesivos, mala gestión y convenciones colectivas abusivas que afectan a todos los habitantes y a todas empresas que luchan por mantenerse a flote, pagar impuestos y dar empleo en el país que tanta falta hace.
Los monopolios no nos ofrecen la posibilidad de escoger, son muestras de un Estado voraz, lento y anticuado, que no ofrece los servicios de calidad y eficiencia que necesita el ciudadano.
Defender monopolios es también contradecirse en la lucha contra el déficit fiscal y el creciente endeudamiento público que está hipotecando al país a pasos agigantados.
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